Supongo que hay personas que pueden vivir sin guacamole. Será porque son alérgicos al aguacate o porque su vida es demasiado triste
Una de las recetas más simples, deliciosas y nutritivas de la cocina latina, en concreto de la mexicana, es el guacamole, un entrante o acompañamiento que desde la apertura de FLORES DE ALCACHOFA se ha convertido poco a poco en uno de los platos más solicitados del restaurante.
Colorido, divertido, sencillo y excelente fuente de alimento en crudo, aquí os revelamos cómo ser fiel a la receta original y tradicional de este regalo divino que Quetzalcoatl, la Serpiente Emplumada, hizo a su pueblo.
El origen de la palabra aguacate, actor principal de este platillo ya universal, de México y Mesoamérica al resto del planeta, proviene de náhuatl, lengua del pueblo mexica o azteca. Por la forma y aspecto de este fruto, lo asociaron con un testículo, al que decían ahuacatl. Esta asociación le dotó una clara connotación sexual, por lo que se prohibió a las mujeres mexicas recolectarlo. Al aguacate molido lo llamaron Ahuacamolli, en cuya receta original, la que la leyenda atribuye a Quetzalcoatl, se mezclaba con jitomate (tomate rojo) y chile. Con el tiempo, los europeos introdujeron en América la cebolla, el cilantro y las limas, que han terminado por completar la receta que hoy disfrutamos.
Para servir un buen guacamole seleccionaremos un aguacate maduro de la variedad Hass. Al presionarlo, debe ceder ligeramente a la presión de nuestra dedo, pero no hundirse con facilidad, pues de un exceso de maduración resultará un fruto oxidado, color marrón y con presencia de fibras nada agradables al paladar.
Queda terminantemente prohibido triturar el aguacate en la batidora que resulte en una salsa fina y homogénea. En su lugar, para machacarlo usaremos un molcajete o mortero de piedra o, en su defecto, un tenedor. A continuación, para evitar su rápida oxidación y conservar su vivo color verde, añadiremos el jugo de lima a nuestro gusto. La cebolla, a ser posible roja, picada muy fina, así como el tomate, el chile serrano o jalapeño crudo y el cilantro se incorporarán después y a la mezcla resultante le añadiremos aceite de oliva y sal.
Aguacate, ‘superfood’
El aguacate es una fruta excepcional por su alto contenido en grasas saludables y baja en azúcares, pero sobre todo por la calidad de sus vitaminas y minerales y su buena cantidad de fibra. Estas grasas monoinsaturadas, principalmente omega 9, contrarrestan los efectos negativos de las saturadas de procedencia animal. El omega 9, además, posee propiedades antiinflamatorias y resulta muy apto para mujeres con dolor menstrual.
Por su alto contenido en piroxidina (vitamina B6), que se concentra principalmente en el cerebro, el aguacate ayuda a mantener en buen estado nuestro sistema nervioso. La deficiencia de piroxidina en nuestro organismo puede manifestarse en forma de ansiedad, hiperactividad, depresión o insomnio. La vitamina B6 también resulta fundamental para metaforizar las proteínas. Esta fruta tropical también es rica en potasio, lo que equilibra la ingesta de productos ricos en sodio.
El aguacate favorece la concentración y actúa contra la pérdida de memoria gracias a alto contenido de fosfolípidos y lecitinas. También aporta una buena ración de cobre, ácido fólico y proteínas. Sus ácidos grasos esenciales favorecen la hidratación de la piel, sobre todo si se usa externamente por la alta presencia de vitaminas D y E. También aporta una buena dosis de hierro para combatir la anemia.
Comer guacamole alegra la vista, el paladar, el estómago y, sobre todo, tu salud, esos mismo que nos proponemos todos los días en Flores de Alcachofa.